"Diario de un Skin", comentario de José M. Mato Ortega (Lic.Historia U.de Cadíz, España)

domingo, 13 de julio de 2008

Bastante y merecido revuelo organizó tras su aparición en escena el curso pasado esta investigación periodística que revigoriza y da sentido a ungénero, el de la cámara oculta, que venía siendo hundido y vendido por sus propios practicantes con los reportajes acerca de personajillos tan casposos y, sobre todo volubles, como el insufrible Paco Porras o la supuesta diva Maruja Díaz. Éramos un nutrido grupo los que reclamábamos que esta tecnología y estos métodos, se utilizasen con fines más loables; como el de la denuncia de los problemas que realmente afectan a la sociedad. En lugar de alimentar los mismos a través de la subnormalización que propicia la llamada telebasura. Y a la vez, éramos, pero menos, los que esperábamos que se hiciera de forma sincera y no sensacionalista, abandonando fórmulas pretenciosas, desinformadas y tergiversadoras como las que predominaron en el reportaje de Telecinco sobre el movimiento antiglobalización durante la presidencia española de la UE emitido en Septiembre del 2002. En este sentido, la versión escrita de la investigación, supera con mucho a la televisiva. Quizás por cuestión de espacio, quizás por otras razones…

El libro es un recorrido por los submundos del panorama neonazi español(aunque abundan las referencias a individuos y grupos extranjeros, dando una imagen bastante precisa de la de existencia de la organización y de las relaciones, a nivel incluso interoceánico, nada laxas ni casuales del nazismo de nuevo cuño) protagonizado en primerísima persona por Antonio Salas, pseudónimo tras el cual se oculta convenientemente el periodista que se atrevió a acometer tan arriesgada empresa. De este modo, Salas, narra cuales fueron sus primeros pasos para aprender, contactar y más tarde infiltrarse entre los cuadros skinheads del país, teatro principal de sus indagaciones: la literatura política y de investigación de otros autores y sobre todo Internet (vehículo principal de comunicación también entre los skinheads y neonazis del mundo), fueron sus herramientas principales. Una vez conseguido este objetivo y adquirida la consabida indumentaria, su infiltración fue profundizando más y más hasta ser partícipe, aunque disimuladamente pasivo, de cacerías humanas por las calles de Madrid. Sólo la delación de que fue objeto por parte de un cargo policial, interrumpió su progresión en el ambiente. De forma amena y parcialmente objetiva, pues los juicios de valor y las comparaciones hacen a menudo acto de presencia, el autor ofrece una nítida visión, no demasiado deformada del modo de vida, relaciones, creencias, confrontaciones y conexiones de los skinheads y demás nacionalsocialistas y ultraderecha en sentido amplio.

Describe el origen de las principales organizaciones de cabezas rapadas y analiza la importancia de la música Oi! racista como medio de difusión de esta ideología entre la juventud. Destaca, por sorprendente, el calado, más allá de lo meramente estético, del paganismo y de un “satanismo” no judeocristiano, entre ciertos sectores del mundillo.

Así mismo, sorprende que al autor le pasmen las relaciones que existen entre empresas como el Real Madrid y sus peñas ultras neonazis o entre los skinheads y partidos de la ultraderecha como AUN, DN, MSR e incluso Falange o con asociaciones culturales legalizadas como el Círculo de Estudios Indoeuropeos, sucesora de CEDADE, la organización nazi más importante de España; relaciones todas ellas que aunque eran del dominio público, jamás habían sido demostradas, quizá por falta de interés de las instituciones, quizá por otra de las cuestiones que demuestra el reportaje: la existencia en el seno de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de militares, guardias civiles y policías, afines al nacionalsocialismo y a la ultraderecha tradicional.

Sin duda, una de las pistas que más llama la atención, es la que, según el autor, vincula al movimiento nazi con algunos sectores del integrismo islámico; hasta el punto de que conocidos skinheads y neonazis peninsulares se han convertido al Islam. Sin embargo, a mi entender, en el tratamiento de este tema, adolece de un poco de perspectiva histórica y se deja nublar por el alarmismo. Que dentro del movimiento nazi haya corrientes que intenten aproximarse o apoyen la causa palestina o el terrorismo islamista por antiisionista y antiestadounidense, no implica que el mundo musulmán, salvo demenciales excepciones claro, vea con buenos ojos una ideología, la nazi, por definición, en tanto antisemita, antiárabe. Y es que en algún momento parece que Salas no tilda a distinguir, siguiendo sin querer el engaño nazi, términos como Israel, judío y sionista (éste último, tan deplorable como el nazi, en cuanto versión fascista del judaísmo).

Del mismo modo, da la impresión de que, a veces, Salas se deja engañar por las apariencias, y así, repite en varias ocasiones aquello de “los extremos se tocan”, comparando sin lenitivo alguno a nazis con comunistas, anarquistas y okupas2. Comprensible en parte, ya que estos movimientos de extrema derecha suelen autodenominarse “revolucionarios”, y aunque abominan de la lucha de clases, por ejemplo, se apropian del lenguaje propio de la izquierda. Así, afirma que ambos extremos tienen un discurso y una actitud victimista; cierto, pero a cuántos montajes mediaticopoliciales se han visto expuestos los fascistas a lo largo de su historia: ¿hay, acaso una Mano Negra nazi, o una caso Scala falangista, o, más recientemente, un Eduardo García de DN? No; lo que en los unos es una realidad, en los otros es un mero recurso de captación. De ahí la cuestión de la diatriba revisionista del. Aun estando en contra de la Ley de Partidos y Asociaciones, no debería ser mucho pedir que se tratase a todos con el mismo rasero, y que asociaciones legales como el CEI o Blood & Honour(principal agrupación skinhead del país, con sucursales en todo el planeta) o FRANCO(la asociación cultural que, curiosamente, mayores subvenciones recibe), fueran investigadas.

Y para muestra dos botones: “…insisto en que sólo me baso en mi experiencia personal tras haber convivido con grupos nazis y antinazis durante casi un año. Y no encontré grandes diferencias entre unos y otros. Extrema izquierda y extrema derecha no están tan distantes” “Y sus odios a la policía, a la democracia, a la globalización, a los americanos, al gobierno…a los periodistas son los mismos.(…)sólo cambia su estética, pero la retórica de unos y de otros es básicamente la misma” Diario de un Skin, págs 117y118.

Holocausto que tanto impresiona a Salas. Esta confusión, creo, es resultado de la supuesta objetividad del texto, así, tras una entrevista con Ramón B.F, líder del CEI y de la antigua CEDADE, en la que éste le habla de su idea del nacionalsocialismo y la militancia que le gustaría hubiera, muy lejos del violento y llamativo skin, Salas afirma: “Desgraciadamente el idílico nacionalsocialismo de Ramón B.F. no se corresponde con la cruda realidad cotidiana.3”, lo cual, si no es un comentario irónico, demuestra una llamativa falta de comprensión del fenómeno nazi quizá sólo entendible en alguien que, por entrar en su comunidad, pierde una necesaria perspectiva: lo perverso del nazismo no se encuentra tan solo en las tribus urbanas de skinheads y en la sensación de poder, fuerza y supresión del individuo que estas dan y que obviamente se
encuentran también entre los punks-pies negros o entre los SHARP, a veces muy alejados de verdaderas actitudes de izquierda; sino que lo perverso se halla también en la propia ideología nazi y de ultraderecha: racismo, xenofobia, homofobia, sexismo en algunos casos, el líder(tan del gusto también de estalinistas), la violencia. Es decir: el odio4. Frente a la ideología de izquierdas,
que se basa en su opuesto. Salas afirma que en los grandes núcleos urbanos tiene lugar una guerra subterránea entre tribus urbanas de derechas y tribus urbanas de izquierda.
Pese a que sus actos sean aparentemente similares, y pese a que lo ideal sería que no existieran, no dejaré de sentir simpatía por los segundos, pues toman en sus manos la misión que la policía muchas veces desdeña: la de proteger a inmigrantes, negros, árabes, homosexuales, prostitutas, melenudos e izquierdistas de distinto pelaje y a todos los que el nacionalsocialismo y la
ultraderecha considera ralea, de las agresiones de estos skin, de estos niños “descarriados” del fascismo español.

Otra cuestión es la de las hinchadas futbolísticas, como la mencionada del Deportivo de la Coruña, que bajo un disfraz ultraizquierdista, ocultan tan sólo ganas de jaleo y de cerveza, y que, con un trasfondo, generalmente, de rivalidad local o regional, son tan irracionales y violentos como, por ejemplo, los Ultrassur o las Brigadas Blanquiazules; la diferencia entre unos y otros no es que se encuentren en extremos opuestos, sino que mientras en los primeros el discurso político es sólo superficial (de hecho, su actitud desmiente su discurso), en los segundos discurso y actitud (odio y violencia) forman un todo coherente.

Por otro lado menciona a los “capitalistas” entre lo opuesto a lo nazi, demostrando de nuevo falta de perspectiva histórica y el calado del engaño del discurso fascista. La mayor parte de los estudiosos del fenómeno, están de acuerdo en que el supuesto “anticapitalismo” fascista no es más que una.

El JNR(Juventud Nacional Revolucionaria, grupo neonazi de Madrid) considera, según sus propias palabras, “la guerra como la única higiene del mundo. Sabemos que la masa es culpable y el amor y la fraternidad un embuste de poetas.¡La JNR odia!”. Revuelta, pág.25 en Diario de un Skin, pág 236.

“todos los neonazis, como los marxistas, los capitalistas o los anarquistas, son seres humanos” Diario de un Skin, pág 188, reflexión de la que, por otro lado, no cabe duda su veracidad.... patraña, siendo el fascio, más bien, el último recurso del capitalismo para sobrevivir en tiempos de crisis. Inmejorable es, no obstante, su descripción de la vida y organización neonazi; convirtiendo el libro en un documento valiosísimo para conocer y entender el fenómeno y a sus integrantes. Las reflexiones finales de la obra ponen el dedo en la llaga analizando los porqués, algo que va haciendo, con cuentagotas, durante toda ella.

Capítulos que aun están por escribir e investigar, son las formas de financiación de los skinheads más allá de la venta de fanzines y pegatinas, es decir, las posibles relaciones con grandes financieros, y la quizá existencia de relaciones y proximidad entre ciertas familias políticas del PP y formaciones abiertamente fascistas como Falange, DN y otras. En este sentido sería interesante saber qué se esconde tras el Frente Español y hasta qué punto las distintas policías y el ejército están infestadas por estas ideologías. Es de suponer que la investigación de Antonio Salas habría al menos comenzado a rozar estos aspectos de no haber sido por la delación que puso en peligro, sino su vida, al menos su integridad física, y que de hecho, acabó con sus
posibilidades de seguir inquiriendo. Diario de un Skin es, sin duda, un libro muy recomendable para todo aquél al que le interese saber qué se cuece en los sótanos del país y de nuestra política.


*Artículo publicado en la Revista de Historia UBI SUNT?, nº14. Año VI, Noviembre de 2003.
Páginas 24-26.

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